Sunday, December 1, 2013

La Banalidad Del Mal. La Usurpación De La Legalidad. Capítulo III

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“EL DISFRAZ”

Oswaldo Henríquez Watson

“Hice conmigo lo que no sabía hacer.

Y no hice lo que podía.

El disfraz que me puse no era el mío.

Creyeron que yo era el que no era, no los desmentí y me perdí”.

Traducción realizada por Octavio Paz del poema “Tabacaria” de Álvaro Campos, uno de los seudónimos de Fernando Pessoa.

La segunda traducción pertenece a Ángel Crespo y dice así:

“He hecho de mí lo que no sabía y lo que podía hacer de mí no lo he hecho.

El dominó que me puse estaba equivocado.

Me conocieron en seguida como quien no era y no los desmentí, y me perdí”.

Muchos de nosotros hemos caído en ese pozo insondable de la aparente realidad de lo que no somos, igual que lo hizo antes San Pablo.

En estos momentos intenso que sufrimos los salvadoreños y muchos países en el mundo, para la elección del Presidente; en lugar de alegrarnos para una convocatoria cívica de superación nacional, como lo hacen en otras naciones, nos vemos angustiados para seleccionar a un hombre cuya vocación primordial debería ser la de “Unirnos”, en lugar de fomentar divisiones irreconciliables que no producirán nunca beneficios para la comunidad entera.

Elegimos equivocados a un hombre como Mauricio Funes, peleado íntimamente contra el mismo, desgarrado en su incongruencia permanente y que describiría con precisión Fernando Pessoa, traducido por Ohachedoblevé:

“Hizo con él, lo que no sabía y no hizo lo que podía.

Se puso un disfraz que no era de él. La sociedad creyó que era lo que no era y no los desmintió y se perdió y nos perdió”.

Todos perdimos el tiempo y no se vale, costaba tan poco establecer caudales mínimos de tolerancia, para establecer la confianza. Nunca pudo ser Presidente, o sea: el que preside, el que gobierna valga la redundancia, confundió el mando con la dirección, repartió por doquier y pródigamente sus insultos y sus diatribas semanales se caracterizaron por el regaño permanente.

Continuó su profesión de “opinador televisivo”, esgrimiendo la vara de Catón, que según la RAE: “Es lo mismo que ser un censor severo, alguien que critica o censura los comportamientos de personas que considera inmorales”.

Fue considerado por los ortodoxos de la derecha y de la izquierda, antiguas y conservadoras, como un “Homo Novus”.

A Mauricio, lo estigmatizó un sentimiento profundo de encontrarse desde que nació en una posición injusta. Fue marcado y marginado, según él, por las dos cúpulas cada vez más afines en lo económico y monopolístico, y todo esto se mezcló con su creencia de ser superior a sus rivales políticos, lo cual contribuyó a estimular su ambición.

Pero se puso un disfraz que no era de él, era de otro, nunca pudo probar lo contrario. Pretendió, mal disfrazado, ser un Robin Hood moderno, protector de los pobres con sus vasos de leche, vestidos y zapatos.

Para las mujeres, se convirtió disfrazado también, en protector de las violaciones perpetradas en contra de ellas, creando centros de ayuda útiles.

Falló su disfraz cuando compró carros de lujo de la más alta burguesía y la voluptuosidad y concupiscencia salieron por todas las rendijas de la coladera de su antifaz y el burgués del estrellato televisivo emergió enseñando lo que siempre había sido. Rasgó las vestiduras con la impudicia de sus actos.

Se puede intentar llevar una vida secreta, pero más tarde el superego o un complejo negativo y la propia cultura machista, se le echaran encima.

Es difícil esconder algo que los demás no aprueben y que nosotros deseamos con ansia. Es difícil esconder los placeres robados, aunque nos proporcionen alimento. El ataque a la corrupción desarrollado con precisión por este gobierno para sus fines políticos, se vio oscurecido por la conducta de un hombre veleidoso, a quien la gente creyó que era lo que no era y no los desmintió y por eso perdió y perdimos.

Nunca fue proletario, ni tampoco revolucionario, su pasado, presente y lo que será probablemente en el futuro lo delatan como un “contestatario impugnador”.

Un rebelde sin causa cincuentón.

Clarissa Pinkola Estés dijo: “Es peor permanecer en el lugar que no nos corresponde en absoluto, que andar perdido durante algún tiempo, buscando un parentesco psíquico y espiritual que necesitamos”.

Ayn Rand, hace más de cincuenta años escribió un concepto real que retrata a los políticos con pocas y claras excepciones:

“Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada.”

¿Estamos realmente condenados?

No lo creo, puesto que mientras existan hombres libres de clara independencia ideológica, la manipulación no prosperará por mucho tiempo.

Sin embargo, las expectativas son realmente trágicas, sobre todo, cuando el Presidente Funes y sus adláteres, desquician la economía y declaran en público y en privado su molestia permanente en contra del sector productivo, obstaculizando su funcionamiento natural y entonces las consecuencias saltan a la vista. La economía informal ha crecido vertiginosamente, por la imposibilidad, ahora crónica, de registrase fácilmente como formales, los índices sencillos de facilitación de la economía han retrocedido estrepitosamente y la producción real se ha visto afectada cuando un grupo de incompetentes y algunos mal intencionados, ahogan a los productivos con una serie de restricciones, multas y descontroles, que precipitan a la pobre sociedad salvadoreña al desastre.

Nadie de los zánganos entiende que el 95% de los empresarios fracasan en los primeros veinte años de su existencia y por decreto nos obligan a pagar impuestos inconstitucionales como si la norma fuera obtener siempre ganancias.

Inclusive los “No productivos”, como el diputado Lorenzana, cuando le preguntaron sobre el déficit fiscal dijo:” Ya es hora de reformar las leyes para castigar al gran capital con más impuestos.

¡Castigar, dijo, lo que significa que están haciendo algo malo!

Hay varios dichos populares con una gran dosis de sabiduría y de sentido común que deberían de escuchar los políticos haraganes y bochincheros:

Es bueno comer, pero no patear el pesebre.

No es posible vender la vaca y ordeñarle la leche.

No puede el becerro mamar y darle patadas a la vaca.

No hay que poner el carro delante del caballo.

Continuará…

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