Thursday, December 19, 2013

“Peligran la Impunidad y la República”

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Martes, 17 Diciembre 2013

Carlos Glower (*)

Por fin, y pareciera que sin querer queriendo, la estabilidad peligra en la Republica tercermundista conocida como El Salvador, en el cual sus derechas se enriquecen con el Estado y sus izquierdas se fortifican con el libre mercado. Cuando no hace mucho este país era reconocido como el más honesto del planeta Tierra, ahora solo se olfatea la fétida pestilencia de una podredumbre de desagüe.

Algunos excluidos, denominados “maras,” se burlan descaradamente de las tambaleantes instituciones talla-única y forjadas para regímenes déspotas donde el monarca dictamina a sus siervos famélicos e infantes anémicos. Otros excluidos, mas de 3 millones, han salido huyendo del reino de terror y exclusión entronizado por la degenerada República. Si no fuera por estos apenados hechos, la República bananera establecida por clérigos pícaros seria una aburrida comedia de drama barato.

No hemos olvidado que en los casi 200 años de vida de la República, ya inevitablemente decrépita, nunca se ha procesado y condenado a un alto servidor público por la sencilla razón que éramos un país caracterizado por sus altos servidores públicos honestos, pulcros y dignos de sus funciones. Éramos la envidia del planeta. No teníamos ni altas cargas impositivas pues todos los tributos se utilizaban con eficiencia y eficacia. Éramos un país feliz, bien alimentado, cordial y merecidamente nos decían “El País de la Sonrisa.” Los mismos japoneses nos temían por nuestra laboriosidad y nos vigilaban sigilosamente.

Pero el maldito Siglo XXI nos ha traído todas las pestes de Egipto. Los pilares sólidos de la República como el elitismo, la exclusión y la impunidad han colisionado con la voluntad de una servidumbre nacional que ahora es insolente y que se niega a seguir aceptando el madero estabilizador impuesto por sus elitistas Mandadores. Mientras las Marías Antonietas de los elitistas ordenan que se le de pastel y pizza a la chusma, los altos servidores públicos gimen y ruegan que se respeten las instituciones, la sagrada Constitución y que respetuosamente se deje de usar la misma como papel higiénico. Mientras, los elitistas y los políticos profesionales usan el mismo papel para higienizar peores suciedades.

Las súplicas caen en oídos sordos, y hasta los Dioses lagrimean con mocos rojos y pútridos. Maldicen a sus designados elitistas por permitir que la Republica seencuentre en la deriva hacia una desconocida democracia diabólica en la cual, nos dicen los ancianos sabios, hasta los más asquerosos mendigos mortales se osan a opinar estupideces de soberanía, igualdad, probidad, justicia, solidaridad, libertad, etc., etc., etc., etc., etc., etc., etc., etc., etc., etc.

Pero lo que más fastidia a los Dioses es que el cimiento de la IMPUNIDAD, ya agrietada, está siendo pisoteada y escupida por las multitudes mal educadas y mal olientes de un sudor y sangre coagulada tropicalmente, que emanan de las supuras laboriosas de los filos de los cañaverales que produce la azúcar podrida en un mercado monopolista. Estas criaturas apestan a ser humano y peor, sus mugrosos ancianos indigentes que de mal grado peligrosamente se acercan cada vez más a la digna y limpia residencia del Señor Presidente.

El desorden es insoportable. Grupos amorfos semi-humanoides que se autodenominan políticos y que se creen que es una profesión similar a la prostitución, arengan a las plebes sucias a que apoyen a la República. Con trompetas, con himnos que más parecen ecos bestiales, piden la unificación de la República ignorando que la diversidad es una mayor bondad unificadora. Solo los beneficiados semi-humanoides políticos y los elitistas se la creen.

La multitud virulenta, apestosa de sudor del trabajo honesto en la maquila y el cañal, les dice a los amorfos políticos profesionales y a los elitistas: Váyanse al CARAJO junto con sus dioses, partidocracia, República e Impunidad. Ahora nosotros vamos a nuestra Constituyente que es nuestro Acuerdo de Nación. La naturaleza generosa y abundante nos ha hecho libres, felices y cooperativos, pero la República decadente nos deprava, nos corrompe y nos hace miserables y esclavos (JJROU).

(*) Columnista de ContraPunto / Última columna enviada el 13 de diciembre de 2013, tres días antes fallecer.

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