Dos Candidatos a Vicepresidente Que Fortalecen Su Fórmula

Netorivas

Normalmente, los vicepresidentes solamente figuran en las campañas políticas. Una vez electa la fórmula presidencial, el vicepresidente pasa a un oscuro rincón en la administración pública que ni se oye, ni se ve, ni se siente.

Pero esta vez estamos ante un escenario (probablemente) diferente. Los candidatos a la vicepresidencia del FMLN y de ARENA, son mejores que sus compañeros de fórmula. Más elocuentes, más inteligentes y –por lo menos uno de ellos—más popular.

Claro, la participación del vicepresidente en el gobierno depende del presidente, pero harían muy mal Sánchez Cerén o Quijano, de apartar a su vice y, como es tradicional, someterlo a una irrelevancia política.

Hace un par de meses, escuchamos a Quijano decir que René Portillo Cuadra sería su ministro de Educación. Y aunque no hemos vuelto a oír eso, nosotros aplaudimos el anuncio, porque consideramos que el vicepresidente encajaría como anillo al dedo en esa cartera de Estado. Su experiencia, su trayectoria y su inteligencia garantizan un buen desempeño en esa importantísima área del gobierno.

No hemos oído a Sánchez Cerén, referirse al destino de Oscar Ortiz, si gana las elecciones. Pero hemos oído a Oscar decir que él estaría a cargo del sector económico o de la seguridad nacional.

Ayer por la mañana en el Canal 21, oímos a Oscar desarrollar ampliamente sus ideas sobre la seguridad nacional, la violencia, el crimen y las extorciones. Dijo que su partido se comprometía a reducir la tasa de homicidios a un nivel “tolerable” y que lo mismo haría con las extorciones. Escuchándolo me dio la impresión que para allí va, aunque no estoy seguro que ese sea su mejor destino, pero en todo caso, Oscar sabe más de seguridad que de economía.

Creo que cualquiera de los dos candidatos a vicepresidente fortalecería su gobierno y de lograr la victoria electoral, mal haría el presidente condenarlo al ostracismo.

De Pancho Laínez no puedo decir nada, porque nadie le puede hacer sombra a Tony Saca (Después de mí, el diluvio) y si trata de hacerlo, ¡kaput!