Elizabeth Castillo
Mandela es la más reciente partida de seres especiales paridos por la vida. Le anteceden -entre otros- Gandhi, Martin Luther King, Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Teresa de Calcuta, quienes también tenían sus referentes, Tolstói, por ejemplo. Llamarles pensadores sería limitante porque al otro lado –donde prevalece la crueldad del Hombre- las más grandes posiciones destructivas están basadas en el pensamiento inteligente.
Quizá una de las principales diferencias entre unos y otros, estriba en que los primeros, amalgamaron la razón con el sentimiento en búsqueda de equilibrio generador de paz; enseñaron con sus acciones y sacrificio que el bienestar emocional, espiritual, mental y físico de los demás va mucho más allá del bienestar individual. De allí que los identifiquemos como seres especiales.
La gran pregunta sería ¿todos los seres humanos tendremos esa capacidad? Probablemente la respuesta esencial sea sí; que nacemos con ésta pero dependiendo del ambiente tenderá a debilitarse y en escasas ocasiones a mantenerse y desarrollarse. El costo para mantenerse íntegro es alto, muchas veces castigado con el magnicidio y solo reconfortado por la habilidad superior de contemplación hacia el Hombre y el deber ser de sus aspiraciones.
El mundo entero expresa su “adiós” a Mandela pero sería irrelevante en la medida que se hagan esfuerzos contrarios inhibiendo la germinación de su semilla. Seguirá la vida pariendo esta clase de seres y creeremos que son esporádicos porque la ignorancia se encargará de dejarlos pasar sin replicar su huella.
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