El Reino de los Cielos Por Oachedoblevé
Oswaldo Henríquez Watson
Ayn Rand dijo: “La escalera del éxito se sube pisando los escalones de las oportunidades”.
Habrá que preguntarles si esta afirmación es cierta a Carlos Slim hijo de un libanés, quien emigró pobre a la América e inclusive a él mismo que dio clases de algebra en la Universidad Nacional Autónoma de México, a Bill Gates de Microsoft que comenzó en un garaje, igual que Steve Jobs fundador de Apple, a Mark Zuckerberg a quien Saverin le prestó una cantidad ínfima de dinero para fundar Facebook, igual le sucedió a Henry Ford quien quebró varias veces.
Estos ejemplos, se podrían contar y extender ad infinitum.
¿Existe una solución para establecer un reparto equitativo de la riqueza y sobre todo de la inteligencia y la sabiduría en el mundo de abajo?
¡La respuesta es un categórico y contundente No!
La muerte de los beneficiados o los que crecen con esos dones, establece un sistema igualitario, que empareja radicalmente a todos, pero sólo cuando fallecen.
¡Nadie se lleva a la tumba sus dones y riquezas acumuladas por la avaricia humana y menos cuando son incinerados!
Pero, “La Ley es la Ley”, otros nacerán y la desproporción de la naturaleza o de la voluntad Divina se manifestará para bien o mal de la Humanidad.
La salvación se encuentra en el mundo de arriba, en el reino del cielo y se inscribe en las doctrinas predicadas por todos los sabios de las diferentes etnias que proliferan en el mundo.
Existen dos formas de navegar sobre las aguas de la confusión, angustia, stress y depresión: El control y el descontrol de los creyentes.
El descontrol sumerge al individuo en la confusión y entonces se ahoga.
El control como lo veremos, establece o visualiza el orden y se parece a las matemáticas, el desorden conduce al caos, a la destrucción, a la anarquía y a vivir en la maldad.
Es indispensable creer o más bien estar seguro de la existencia del Reino de los Cielos, los ateos o más bien los escépticos, no tienen la más mínima oportunidad de realizarse en el mundo mágico que describe tan bien Carlos Balaguer.
Lo misterioso al vivir extasiado en esa cueva interna personal y cuando se vuelve a casa con la conciencia abierta, uno se encuentra con el santuario interior de la alegría, dice Carlos.
Khrisnamurti decía: “El hombre, en su interior, siente que la bondad absoluta existe. La bondad es el orden absoluto y como la mayoría vive en el desorden, al mundo lo convierten en violento y brutal.
El orden, la virtud y la bondad están en el instante presente, libres del pasado, no es el producto de una acumulación de buenas intenciones.
¿Qué relación tiene el orden o la bondad, con la no bondad que llamamos maldad?, se pregunta Khrisnamurti, ninguna se contesta y agrega, si cargo con el mal, éste se transforma en culpa, miedo, envidia, celos y en todo lo que implica violencia.
Por eso, si me doy cuenta de esa violencia, ella puede ser eliminada de una vez para siempre, no en forma gradual; y de esa manera, uno vive siempre en la bondad. El bien es la negación del rencor, del resentimiento y de la violencia y la no violencia es el bien.”
Estoy por terminar este ensayo que pretendió armar un rompecabezas de piezas mentales psicológicas que se encuentran registradas en el libre albedrío. La culpabilidad moral del individuo recae en su carácter, pero al mismo tiempo se debate entre lo innato y lo adquirido, una triada muy difícil de esclarecer, sobre todo cuando entran en juego el orden la bondad y la no violencia.
Los grandes pensadores no son más que faros de iluminación o lámparas que alumbran el camino y nada más, porque cada uno tiene que caminar con sus propios pies y decidir escoger entre el sendero oscuro o el iluminado.
Por eso cuando leí a Chandrashekhara Bharati Swaminah en “Diálogos con el Gurú”, me di cuenta que la filosofía humana coincide en su base y los grandes pensadores con ese cerebro especial que les fue concedido alcanzaron lo más preciado por el hombre: su admiración por la vida.
Swaminah dijo:
“El destino, como yo te dije, es el resultado del ejercicio pasado de tu libre albedrío.
Al ejercitar tu libre albedrío en el pasado, tú trajiste el destino resultante.
Al preparar tu libre albedrío en el presente, quiere que elimines tu pasado si te duele, o añadirlo e integrarlo, si lo encuentras agradable.
En cualquier caso, bien sea para adquirir más felicidad o reducir la miseria, tú tienes que ejercitar tu libre albedrío en el presente.”
¡Todo coincide con el eterno presente!
Agradezco la invaluable colaboración de mis compañeros del cenáculo, chamanes ocultos pero no por esos respetados: Mauricio Cornejo Lanza y Salvador (Vita) Avilés Moreno, matemáticos insignes, cuyo ejercicio humano ha sido desprestigiado por los políticos absurdos de turno.
Comencé escribiendo hace mucho tiempo con lo que dijo Mauricio:
“Hay que a aprender a desaprender y después aprender a aprender.
El conocimiento, para que sea útil, debe ser aplicable y práctico.
Hay que estudiar, la Ciencia del Desaprender.”
Vita Avilés, un hombre sumergido en el presente y en el ser me dijo:
“Algunos enloquecen por el dinero, otros por el poder, por la fama etc. y uno que otro está loco por Dios; todos estamos locos, pero sólo los locos por Dios no están engañados en su locura”.
Todas las decisiones tomadas están poderosamente influenciadas por algún tipo de locura. Se colige entonces que no podemos tomar decisiones libres y por consiguiente no tenemos libre albedrío.
Sólo pueden ser libres los que despojándose de todo y de sí mismos, tienen su conciencia pura y pueden ver las cosas sin el filtro de sus mentes; en tal caso la acción es totalmente desinteresada y todo lo que sale de sus conciencias es apoyado por la ley natural; tales personas han apartado su voluntad y lo que actúa es la voluntad de Dios.
No pueden entrar en contradicción, porque todo lo que expresan viene de la misma fuente: el principio de la inteligencia y energía infinitas.
”TENEMOS QUE MORIR A NOSOTROS MISMOS”
Aquel que ve a Dios en su prójimo… no necesita buscar más…
Continuará…
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