Carlos Abraham Rodríguez
El domingo 17 de noviembre don Neto Rivas escribió en este blog su columna en la cual lista las características que deseamos los salvadoreños de nuestro próximo Presidente. Estoy de acuerdo con las características generales que plantea. Concuerdo también que los candidatos que tenemos distan de llegar a tener las características deseadas e, incluso la personalidad básica para desempeñar dicho cargo.
Pero cuando leí esa columna, captó mi atención una pequeña frase que bien pudo haber pasado inadvertida. Dice don Neto: "[Queremos un Presidente] que crea en Dios, pero que no sea fanático de ninguna religión."
Me intrigó analizar este término de "fanático religioso" en un esfuerzo por descubrir lo que quería comunicar don Neto. Listo algunas opciones que se me ocurren.
- Que el próximo Presidente no debe de ser proselitista de su propia religión, al estilo de Ríos Montt cuando fue Presidente de Guatemala, o al estilo del Director de la Policía (Meneses) que mandó a gente de su iglesia a proselitizar a las cárceles para convertirlos a su religión. Para ir mucho más atrás en el tiempo, sería como los reyes europeos después de la Reforma Protestante – tanto los católicos como los no-católicos – que obligaban a sus súbditos a profesar la religión del Estado y a abjurar las contrarias. Y, ¿cuántas guerras europeas no causó esta política de Estado – la última de éstas en el siglo XX en Irlanda?
- Que no debe el Presidente defender los principios morales planteados por su religión, especialmente cuando estos chocan con la opinión de la mayoría. Por ejemplo, un activista que defiende los derechos a la vida del no-nato y/o de los adultos mayores, no debiera de imponer estos principios como funcionario público. O, no debiera adversar leyes que pretendan cambiar el concepto de matrimonio para incluir las uniones de personas del mismo sexo.
- ¿Cabría dentro de esta concepción de fanatismo religioso la de los que les sale roncha cada vez que mencionan a la Iglesia o al Papa (admitiendo la idea de que la anti-religión es en sí una profesión de fe)?
- Queda descartado en nuestro caso, me parece, el fanatismo que vemos en los jihadistas islámicos que quieren eliminar a todos lo que no están de su lado y cortan cabezas equivocadas.
- Y, ¿por qué descartar el fanatismo secular que ha derivado en el "political correctness" que tanto daño está haciendo en nuestras sociedades, principalmente porque no nos permite pensar de forma clara? [Como punto relacionado, escuchaba hace unos días en la radio a una funcionaria del gobierno quien, tratando de encontrar el asidero filosófico de la ley del "feminicidio", planteaba que la palabra "homicidio" (latín, homicidium) se refiere solamente a causar la muerte a un hombre (latín, vir) y no a una persona (latín, hominem, de la cual deriva homi-cidio). Sería igual de ridículo legislar el “viricidio.” Por supuesto, que he escuchado a personas aún más desinformadas.]
Por supuesto que no quisiéramos un “fanático” de Presidente, pero no queremos tampoco a alguien que se acobarde en defender sus principios religiosos en el ambiente público. Todos tenemos el derecho y el deber de defender nuestros principios morales y religiosos y, no hacerlo solamente resulta en que los que nos adversan sí lo hagan.
Este derecho cobra más importancia porque la sociedad actual no ve mal que alguien defienda férreamente una posición, siempre y cuando ésta apoye la línea de los medios masivos y de los grupos con mayor capacidad de 'grito' en la sociedad, especialmente los moralmente relativistas y anti-religiosos. Los que contrariamos este dogma somos fanáticos
.
La tentación de “esconder” nuestro pensamiento moral y religioso para no ofender al votante me recordó el discurso de John F. Kennedy frente a un grupo de líderes protestantes en 1960 cuando era candidato a Presidente. El discurso en Houston fue un parte aguas para el concepto de que la fe es una cuestión de carácter privado, cuyos principios no se pueden imponer a los demás.
Esta posición política eventualmente sirvió de base filosófica para que, en los años 70, con la ayuda de un grupo de teólogos jesuitas, la familia Kennedy cambiara su posición y comenzara a apoyar las causas abortistas que tanto dinero y apoyo le dieron al Partido Demócrata en las siguientes tres décadas (cf. http://online.wsj.com/news/articles/SB123086375678148323). La excepción a este apoyo fue la hermana del difunto Presidente, la bien recordada Eunice Kennedy Shriver, quien fundó las Olimpiadas Especiales. Ella y su esposo Sargent Shriver, mantuvieron siempre la posición anterior de la familia.
Nunca sabremos si con la dirección de John y Robert Kennedy el resto de la familia hubiera mantenido la defensa de los derechos de los no-nacidos y, si el Partido Demócrata no se hubiera radicalizado en su política al grado de elegir en 2008 al Presidente más pro-abortista de la historia de los EEUU.
Lo que sí está claro es que es peligroso dejar nuestros principios morales guardados en la privacidad de nuestra casa. Nuestros adversarios no lo harán y, nuestra sociedad será más pobre como resultado.
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