Monday, November 18, 2013

La Banalidad del Mal. La Usurpación de la Legalidad. Capítulo I

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Oswaldo Henríquez Watson

A Rita Alfaro, mi amiga, a quien quiero como hermana, la asaltaron en el metro de la ciudad de México. La insultaron para intimidarla, la empujaron, le arrebataron la cartera y la tiraron al suelo, le pegaron un par de patadas en el vientre para que no se levantara; el atropello fue ejecutado en medio de una multitud que la apretujaba y que corría para todas partes y en todas direcciones.

Fue un asalto, dónde la impotencia se manifestó con la desaparición automática de los pasajeros que la acompañaban anónimamente.

Sucedió el hecho en medio del gentío tumultuoso de los transeúntes que van apresurados para llegar a sus destinos. Fue acorralada y nadie tuvo tiempo e interés por ayudarla, sobre todo, porque esos asaltos terminan frecuentemente en asesinatos.

Preocupados por la noticia y sin saber las consecuencias de lo ocurrido, fuimos inmediatamente con mi esposa a la casa de nuestra amiga Rita para auxiliarla.

La encontramos en medio de sus hijos, esposo y hermanos, nerviosos le preguntamos ¿Qué te pasó?

Pues me asaltaron en el metro, pero no me violaron, nos dijo sonriendo.

Se nos había olvidado, por la preocupación, quién era Rita.

Hay seres especiales que no pertenecen a este mundo, son unos empedernidos optimistas, que te arrastran con su bonhomía.

Almas imposibles de convencer de que existe gente mala y que al mal hay que combatirlo de frente. Seres extraordinarios que pueden confundirse con los apáticos, los anodinos, los que aceptan la anomia mientras no les afecte a ellos, los inerciales diría yo, que dan gracias a Dios cuando alguien superior los ve con buenos ojos.

Obviamente no es el caso de mi amiga Rita, pero cuando alguien minimiza al mal y lo banaliza puede convertirse en una actitud que tenga que lamentarse más tarde, sobre todo cuando subrepticiamente ha penetrado en las entrañas de la sociedad.

Cuando esa actitud se generaliza, se gesta el caos psicológico, que puede destruir a una comunidad, como sucedió con los líderes mesiánicos como Hitler, Stalin, Castro y Chávez, que tanto dolor y angustia les causaron a sus coterráneos.

A mi amigo el Chele Lito Rodríguez de Cojutepeque, que Dios lo tenga en su gloria, le fue bien y mal cuando vendió la única farmacia que tenía.

¿Por qué esa contradicción, le pregunté ingenuamente?

Porque la vendí extremadamente cara y nunca me la pagaron, me contestó, pero no me violaron, me dijo riendo como un enajenado.

Hay momentos en la vida que no sé qué responder y menos preguntar, como cuando me encuentro frente a una tragedia real, que me la cuenta el ofendido, como si fuera algo de lo que hay que jactarse y/o reírse.

Pareciera que al final, cuando uno oye esas historias, no se sabe si reír o llorar.

Se experimenta entonces un doble vínculo circunstancial, en donde cualquiera de las dos alternativas que uno tome, dejará siempre un sabor agridulce.

Lito banalizó el mal, lo trivializó tanto que lo convirtió en chiste, actitud que tuvo toda su vida.

Pero yo tampoco no canto tan mal las rancheras, como dicen en México, ya que me sucedió casi lo mismo, viví la trivialidad de minimizar al mal que se incrustó como una hiedra en las almas de los ejecutivos que trabajan en mí Empresa.

Traigo todo lo anterior a cuento, porque ingenuo como soy, rayando para algunos en la estulticia, participé en un concurso de entrega de productos clorados a la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados.

Nunca he pertenecido a ningún partido político, ni perteneceré, soy un hombre completo por definición filosófica, mentalmente no me gusta partirme, soy holístico y siempre he votado por mis conveniencias personales.

Sin embargo, después de 20 años de gobierno ininterrumpido del partido ARENA, creí que los del frente como llaman a los del FMLN, con su presidente Mauricio Funes, estaban realmente hablando de un cambio fundamental en la conducción de las aspiraciones de los más necesitados y de administrar eficientemente los ingresos que perciben de los ciudadanos.

Antes de participar en el concurso, hablé a tres bancos para establecer las referencias crediticias de la ANDA y también con otros proveedores, quienes me informaron que era una organización caótica y que no cumplían sus compromisos de pago.

Necio como soy, lo dice mi mujer con propiedad, y que además agrega para rematar, que pertenezco al signo Tauro, lo cual confirma lo que piensa de mí. Obviamente no le hice caso a nadie, lo cual confirmó la regla.

Mi Empresa es una organización denominada por el Fisco como mediana y no sé francamente porqué.

Con ese argumento banal del cambio, creí por mi necesidad económica, que los del Frente estaban en contra de la empresa privada, pero de la grande y particularmente de ANEP, a la cual no pertenezco.

Creí, con fe pueblerina, que me tratarían con fineza por pertenecer a la clase media. Los del cambio dicen que tratan con gentileza, esmero y puntualidad en sus compromisos a los que han proveído con leche, zapatos y vestimenta a los escolares, a los cuales dizque les están pagando meticulosamente, eso creí yo.

Me equivoqué lo acepto, los ingenuos siempre pagamos el pato, como dicen mis amigos.

Las condiciones dictadas por ANDA fueron muy claras, el pago se efectuaría 30 días después de entregada la mercadería y además me exigieron firmar que si la empresa les debía algo, ellos descontarían el saldo deudor.

Pasaron trece meses sin pagarnos, fue imposible tratar con alguien de la alta gerencia del CAMBIO, su transparencia fue más oscura que la noche del lobo, el Director de ANDA, un tal señor Marco Antonio Fortín, hombre del pueblo y “proletaburgues” (definición que aclararé después), como se observa en sus fotografías. Nunca me respondió, aunque me presente personalmente a su oficina, fracasé en mis intento, como otros, creí de verdad en lo que dijo en su mensaje que se encuentra en internet:” Se está trabajando con transparencia, haciendo públicas las licitaciones”, pero no dijo que a él no se le puede hablar y menos los pueblerinos de la mediana empresa mercantil.

Traté de bajar mi pretensión de comunicación con otro de los jefes del “cambio” y me presenté personalmente a la Lic. Mirian Lissette Trejo, asistente de la gerencia financiera, quién para mi sorpresa me trató como un ser humano necesitado y me informó diplomáticamente y con una sonrisa de clara resignación, que ANDA no contaba con recursos para pagarnos y cuando los tuvieran nos informarían. Le pedí entonces hablar con su jefa la Gerente Financiera y lo único que obtuve fue su nombre: Lic. Ana Gloria Munguía, nunca me quiso recibir y créanme que los intentos fueron más de doce veces.

Supongo que los ejecutivos han sido entrenados con cuidado por el director Fortín, a fin de sentar el precedente, de que a los proveedores no se les debe dar ninguna explicación, porque no lo merecemos.

Sin embargo, cuando nos pagaron después de haber incumplido más de un año su compromiso de pago, lo celebramos en la Empresa, estábamos muy contentos como aquellos esclavos a quienes les permitían ir a misa los domingos.

Estuve tentado de hablarles al señor Fortín y a la Lic. Munguía, para agradecerle el pago, banalicé el mal y quise felicitar a los insensibles, me comporté peor que Rita y el Chele Lito.

No me violaron les dije a mis amigos y me puse a llorar, carcajeándome como un lunático y estuve tentado de agradecerles por su caridad a los dos camaradas transparentes, nunca los vi personalmente, ya que se ocultaron en la oscuridad de sus almas y si los encuentro en la calle no sabría quienes son.

Pero, realmente lo que quisimos decir los tres, se resumió en que no fuimos violados físicamente, claro que lo hicieron pero de otra forma, fuimos atropellados psicológica y económicamente en nuestros derechos humanos fundamentales, pero pudo ser peor racionalizamos y por eso debimos alegrarnos como efectivamente lo hicimos.

Hay algunas verdades en la política de los personeros del “cambio”, la primera fue que efectivamente lo hicieron y lo hemos constatado y la segunda estriba que el cambio se degeneró en una manifestación peor a la que teníamos.

La frustración que tenemos los que no pertenecemos a ningún partido político, se finca en que la diferencia ética entre estos líderes de izquierda y los de la derecha, no existe, porque o son iguales o son peores.

Continuará…

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