Netorivas (*)
Durante varios años, en noviembre alrededor de estos días, escribí un artículo proponiendo que, así como en Estados Unidos celebran el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving), también nosotros deberíamos separar un día en el año para dar gracias por los favores recibidos.
Hoy vengo a retirar la moción.
Como de costumbre, iba a escribir otro artículo sobre el mismo tema, pero he buscado y rebuscado y no encuentro motivo alguno para dar gracias; no encuentro que hayamos recibido favores. Lejos de ello, hay muchos motivos para quejarnos del mundo en que vivimos en este sufrido país.
Por mucho que repaso nuestro ambiente, solo encuentro violencia, depresión económica, controversia, corrupción, mentiras, falsedades, política y políticos repudiables, y futuro incierto y un país profundamente polarizado.
Dudo que haya en el hemisferio occidental otro país más polarizado que el nuestro.
Tenemos una asamblea legislativa que parece ser un planeta en otra galaxia. Quienes la controlan se creen no solo dueños de la verdad y la justicia, sino que dueños de voluntades y de un tesoro que nosotros los contribuyentes hemos puesto a su disposición, para que ellos lo usen y abusen como se les venga la gana.
Legisladores que usan las sentencias de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, para limpiarse las manos. Que recurren con malicia e infundados argumentos a organismo extranjero para justificar interpretaciones antojadizas que solo a ellos benefician.
Tenemos un Órgano Judicial donde la corrupción y los gastos superfluos están a la orden del día. Pero aquí, por fin, encontramos algo por qué agradecer: una Sala de lo Constitucional, honesta y estrictamente apegada a la letra de la ley. Pero una golondrina no hace verano.
Y el Ejecutivo, que nos sirve a diario atol con el dedo para hacernos creer que este es un país mejor que el de Alicia, sin darse cuenta que nos hemos quedado a la zaga del desarrollo, no porque lo digamos nosotros, sino porque lo dicen analistas, economistas y, lo que es más importante, las organizaciones monetarias internacionales a quienes debemos la respiración artificial que nos dan los generosos préstamos que nos otorgan, pero que están llegando a su fin.
Un presidente que ha resultado el personaje más controversial de los últimos años, que coge pleito y amenaza al que se le pone enfrente.
Estamos en plena campaña entre partidos que no ofrecen un futuro mejor que el presente. Con un partido de gobierno que cuenta con recursos ilimitados, dispuesto a terminar con la oposición a fuerza de publicidad, pero con un candidato muy débil.
Y los tricolores, dando tumbos y traspasos internos, incapaces de ordenar su propia casa, sabiendo que entre los suyos la discordia está a la orden del día.
Nos espanta la amenaza que vuelva al poder un personaje que usó y abusó de los bienes y tesoro público cínicamente y ahora quiere gobernar, impulsado por un partido que él creó con fondos ajenos y a imagen y semejanza suya y otros dos partidos y un grupo de cuestionables credenciales.
Vivimos en un país cuyo principal producto de exportación es sus ciudadanos, de quienes depende nuestra economía que, por cierto, se encuentra en su punto más vulnerable.
La violencia, el narcotráfico y un sistema de seguridad débil o incapaz, son problemas que nos agobian y por encima el gobierno ha negociado con las pandillas y les ha entregado el país, al que ahora ellos tienen en rehenes.
No, Señor, no tenemos nada por qué darte gracias. Mejor líbranos de todo mal.
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