Jorge Magaña
Se viva donde se viva siempre es bueno analizar el futuro que nos espera cuando lleguemos a la edad de jubilarnos puesto que a todas las personas que hemos tenido trabajos sin haber ganado grandes cantidades de dinero y ni trabajar para compañías con planes de bonos, pensiones privadas y otras prestaciones, lo ganado solamente fue suficiente para sacar adelante a la familia, darse un lujitos de vez en cuando y tener unos pequeños ahorros que apenas podrían alcanzar para un par de años.
Por diversas circunstancias de la vida a los que emigramos a países como los USA, Canadá, Australia y otros países del primer mundo llegamos a la edad de jubilación y aun tenemos que seguir pagando el préstamo de la casa, lo cual puede significar no menos de $ 1500 mensuales, eso sumado al costo de la vida de tener carro, su seguro, gasolina seguro de la casa, cable, teléfono , comida, impuestos municipales de la propiedad etc., la suma fácilmente puede llegar a un costo mensual de $ 3,500.00 para lo cual, para la inmensa mayoría, el fondo de pensión no alcanzará. Esto obliga muchas personas arriba de los 65 a seguir trabajando hasta el ultimo día de su vida sin llegar realmente a pensionarse y disfrutar los “Golden Years”.
El grueso de la población salvadoreña que emigró, en especial a los USA, los hizo en los ’70 y ’80. Muchos de ellos eran adolescentes que decidieron emigrar y en los próximos 10 o 15 años serán cientos de miles de salvadoreños que se jubilarán y les tocará enfrentar la cruda realidad de no tener suficientes ingresos para el retiro. Cientos de miles han mantenido el sueño de algún día regresar a El Salvador, otros, dada la espiral de violencia ya no miran eso como una posibilidad, pero considero que la gran mayoría, como el salmón o el ave quieren regresar y morir en su riachuelo y nido.
Lo anterior crea una buena oportunidad de negocio, un negocio que puede ser atractivo, rentable y al mismo tiempo con una función social que puede llenar de satisfacción a una nueva clase de inversionistas que nuestro país necesita. Ya no un inversionista depredador, ya no un inversionista que esté soñando en tasas de retorno del 25%, muchos se quedaron anclados en los ’80, no solo ideológicamente, sino igual en los márgenes de utilidad que las empresas deben buscar.
Este es un proyecto en el cual el gobierno (sin importar el color) y la empresa privada pueden trabajar juntos. Entiendo que el gobierno siempre posee grandes extensiones de territorio que podrían ser dados en comodato por 50 años y así ayudar a mantener bajas las cuotas mensuales que pagarían los pensionados. Sería interesante hacer un estudio de costo-beneficio al respecto puesto que por mi parte no dudo que serían miles los que quisieran regresar a El Salvador. Solo imaginemos por un momento grandes complejos habitacionales de jubilados construidos en las tres zonas del país en las hermosas playas salvadoreñas. Lugares en los cuales a manera de hotel-hospital-centro recreativo las personas puedan recibir sus alimentos, seguridad, ser atendidos por enfermeras cuando sea requerido y poder vivir en paz los últimos días de la vida e igual ser generadores de fuentes de empleo.
La jubilación masiva de salvadoreños en el exterior puede ser una buena oportunidad para que empresarios visionarios creen empresas dedicadas al cuidado de dichas personas puesto que al fin y al cabo son los Hermanos Lejanos los que han llevado en un alto porcentaje la carga económica de las últimas cuatro décadas que han sido de puro conflicto y violencia. Un proyecto como este sería una forma de decirles, “Gracias Hermano Lejano”.
Dicen los entendidos que “no hay mal negocio, hay malos administradores”.
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