Como dijo una vez a E&N la empresaria salvadoreña Elena de Alfaro, expresidenta de la Cámara de Comercio en su país, “los indicadores no dejan de ser un tanto ingratos”; esto porque están formados por muchas variables o categorías en las que una empresa o país posee aciertos y evoluciones y no solo retrocesos o rezagos. (En la foto, Los analistas de Fusades, Amy Ángel y Pedro Argumedo quienes analizaron los resultados del Doing Business 2014, para el caso salvadoreño).
Así puede apreciarse el lugar 118 que ocupa El Salvador, de entre 189 países, en el ranking Doing Business 2014 del Banco Mundial, donde pese al rezago de la pequeña economía centroamericana, desde el 2006 cuando ocupó el puesto 75, ha habido avances en ciertas variables que abonan al indicador global. El año anterior, El Salvador ocupó la posición 113 del Doing Business, de entre 185 naciones en el mundo.
El Doing Business del Banco Mundial incluye las variables particulares de apertura de empresas, manejo de permisos de construcción, obtención de electricidad, registro de propiedades, obtención de crédito, protección de los inversores, pago de impuestos, comercio transfronterizo, cumplimiento de contratos y resolución de la insolvencia.
Precisamente dos analistas de la Iniciativa para la competitividad de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Social y Económico (Fusades), que han identificado varios aspectos para mejorar la competitividad del país, analizaron el tema del Doing Business con un enfoque más positivo, más allá del indicador frío que refleja un rezago.
“Desde la mesa de facilitación de trámites de Fusades (parte de la Iniciativa para la competitividad), se ha apreciado cambios desde el 2007 a la fecha”, dijo la analista del tanque de pensamiento salvadoreño, Amy Angel, en el sentido que El Salvador ha mejorado algunas variables, como el registro de propiedades y la obtención de crédito, con los puestos 59 y 55, respectivamente, siempre como variables que abonan al ranking del Doing Business 2014.
Sin embargo, hay retrasos en apertura de empresa y obtención de electricidad, donde ejemplificó Amy Angel que el proceso de obtención de electricidad consta de ocho pasos y toma alrededor de 88 días, en promedio, más el costo del 563% per cápita para la conexión de electricidad para una empresa.
Además, en cuanto al tema de impuestos en El Salvador también se señala que se ha vuelto más engorroso, tanto como 320 horas por año dedicadas para la preparación y pago de impuestos. “Eso significa un total de tres meses al año para este aspecto y representa una tasa promedio de alrededor del 38%”, expresó Angel.
Precisamente, los avances se han dado, recordó Ángel, en las leyes de garantía mobiliaria, firma electrónica, facilidades para permisos de construcción que es posible se apruebe esta misma semana, confirmó.
Pero siempre, hay una variable determinante y que es ajena al marco técnico y mucho menos abona al tema de desarrollo del país: la discrecionalidad política que permite o no las reformas en la Asamblea Legislativa o la aprobación de normativas que favorezcan el Doing Business y la Competitividad.
Para el analista de Fusades y miembro de la mesa de energía de la Iniciativa de Competitividad de Fusades, Pedro Argumedo, hace cinco años se introdujo el anteproyecto de Ley de la firma electrónica en el Órgano Legislativo, que formó parte de otras legislaciones con una inversión de US$0,25 millones como parte de un paquete de leyes sugerido, pero no vinculante, del Fomilenio I; pero otras prioridades en la Asamblea dejaron la iniciativa en stand by; hace tres años el actual Órgano Ejecutivo hizo su parte y la retomó, pero volvió a quedar pendiente por otras prioridades legislativas y, nuevamente, hace un año se ha vuelto a emprender la iniciativa para su aprobación.
Este otro aspecto, manifestó Argumedo, es también interesante, ya que el Fomilenio I propició un marco legal e inició bien, pero por no ser vinculante para otorgar los fondos, no se presionó para que quedara como una “institucionalidad” ya establecida y continúa para el país.
Sin embargo, ahora en Fomilenio II, que pudiera otorgar, más o menos, US$270 millones en cooperación, si se establece la facilitación de trámites como uno de los tres ejes requeridos para el clima de negocios.
Facilitación de trámites que en Colombia, confirmó Argumedo, ha establecido una Ley Anti-trámites y donde se establece, por ejemplo, “el silencio positivo”, esto quiere decir que si ya pasó el tiempo estipulado por ley para un trámite y no ha habido respuesta, en ningún sentido, se asume como respuesta favorable para la compañía que hace un determinado proceso en materia de negocios.
La Ley de permisos de construcción, que pudiera aprobarse esta misma semana, contiene la figura del “silencio positivo”, indicó Argumedo, quien confía que de respetarse la institucionalidad en facilitar trámites en El Salvador que impone Fomilenio II, el país bien pudiera mejorar significativamente su posición en el ranking del Doing Business, en el próximo quinquenio.
A juicio de Amy Ángel, como quiera que se vea, a pesar del indicador frio de rezago del Doing Business o la mejora en algunas variables puntuales que forman dicho indicador en el caso salvadoreño, se debe agilizar muchos aspectos, pues “para alcanzar un mejor ranking no solo debemos mejorar sino también mejorar tan rápido con los demás países”.
En ese sentido, Guatemala ha mejorado consistentemente, dijeron los analistas de Fusades, pero porque ha sido consecuente y constante en la reducción de trámites en todas las áreas, no solo en algunas y se ha dado una importancia integral a este tema para posicionarlo como un interés supremo de país, sin importar los turnos y tiempos políticos.
0 comments:
Post a Comment