Juan Benítez.
Somos víctimas de la locura electoral, nadie se salva, debemos digerirla en todos los medios de comunicación. En ella, los políticos ofrecen cielo y tierra, pero siempre marcan una diferencia, la derecha acusa a la izquierda de hacer populismo y la izquierda los acusa de demagogos. Entendiendo al populismo como el uso de medidas populares, destinadas a ganar el favor de la población, beneficiando limitadamente en el corto plazo a un amplio segmento de la misma en aras de elevar o mantener la popularidad.
El populismo se diferencia de la demagogia en que se refiere no sólo a discursos, sino también a acciones, en el pasado los gobiernos demagógicos no solo no cumplían lo ofrecido en las campañas sino hacían lo contrario, las medidas más duras e inconsultas claramente opuestas a lo prometido, se aplicaban después de eventos electorales, no antes, entre ellas el IVA, la dolarización, el cambio de sistema de pensiones, ninguna de las cuales fue oferta electoral del candidato ganador.
Ejemplo de populismo fue por años el presidente Chávez en Venezuela, pero el populismo y la demagogia no son propiedad de izquierda o de derecha, son prácticas de grupos en el poder y no un movimiento ideológico. Sobre el populismo el expresidente Saca dio un giro a la derecha con aquel lema: “Los programas sociales no son patrimonio de la izquierda, lo social es esencial y es el centro de todo”. Su partido nunca había enfrentado en el poder, un alza tan marcada del precio del crudo y sus derivados y por tanto subsidiaban consumo de gas propano, el diesel para el transporte público (con excepción de Francisco Flores). Saca conocedor del costo de mantener el subsidio del gas ante precios altos, asumió la responsabilidad temerariamente en tiempos de crisis y la amplio, al subsidiar la energía eléctrica residencial cuyo precio se había incrementado por el alza del costo de producción a base de Bunker, y revirtiendo también la medida implementada por Flores y subsidiando a los propietarios de buses y microbuses; las finanzas publicas comenzaron a sufrir.
Luego llego la izquierda al poder y aunque focalizo el subsidio del gas y parcialmente el subsidio a los propietarios de buses y microbuses; financio uniformes escolares y el vaso de leche para la población estudiantil, con sus correspondientes efectos sobre las arcas del Estado.
Hoy ante el próximo evento electoral, con el afán de ganar la Presidencia, Arena y Unidad ambos de derecha, han decidido combatir en el ring del populismo con el FMLN.
Norman Quijano no solo ha cambiado de posición varias veces durante su campaña, sino que se ha acercado a un populismo inverosímil; inicialmente marco postura separándose de los subsidios en paquetes, uniformes escolares y el vaso de leche, pero al final de su campaña el famoso vaso de leche paso a ser “tan solo un complemento de un tiempo de comida completo” y le puso fecha a su implementación “Los primeros 100 días de su administración” vaya reto!!!!, la población estudiantil que recibe el vaso de leche supera el millón, imagínense aumentar a las arcas del estado un tiempo de comida completo, a un costo aproximado de $1 dólar por alumno, por un 1 millón de alumnos, durante 200 días calendario de clases en el sector público, en 5 años de Presidencia, esto equivaldría a aumentar el ya comprometido presupuesto público en $1000 millones de dólares, algo así como la inversión total que hubiera dejado la Corporación Reto del Milenio, si nos hubiera aprobado 5 compactos en una sola administración y peor aun si tomamos en cuenta que prometió no aumentar impuestos, particularmente el IVA, ni endeudarse, todo esto en una economía DOLARIZADA.
Quijano me recuerda a Manuel Rosales, candidato a la presidencia en Venezuela en el 2006, quien con tal de ganar a Chávez prometió una tarjeta de debito con $315 dólares al mes para la población, la llamo “Ni Negra”, demás está decir que Rosales perdió la elección.
Mi opinión es que no se combate el populismo con populismo, mas aun en un partido como que tanto critica este proceder en sus adversarios; si deseamos ser objetivos, realistas y eficientes en la administración pública, tenemos que marcar diferencias y la única forma de hacerlo es distanciando nuestro proceder de aquello que consideramos negativo, si se quiere recuperar El Salvador, se debe a parte de buscar un mejor candidato, regresar a los orígenes y definir de forma clara ideas y principios, que por el momento parecen comprometidos, de no ser así, en el caso aun poco claro de verse favorecidos con el voto popular, se verían imposibilitados de cumplir sus promesas y planteamientos (algunos tan ridículos como convertir Casa Presidencial en un albergue para indigentes), lo que los haría ser en el mismo gobierno tanto populistas como demagogos.
Vaya debate el que viene, todos los partidos deberán explicar cómo financiar el populismo y no aumentar impuestos.
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